jueves, 24 de mayo de 2012

EL AÑO DE LA AVISPA


     Ni año del dragón, ni del mono, ni de la cabra, ni gaitas, éste es el año de la avispa, y me da igual lo que diga el calendario chino. Y si no que se lo digan a los que vinieron el sábado a celebrar nuestro primer añito.
     Que aniversario, oiga. La plaza de Ledaña hasta arriba de personal, cada uno con su bici, eso sí, no se vayan a creer. Y qué bicis, señores y señoras, estaba toda la gama. Las había de materiales de esos que si se parten la solución es soldarlo a lo bruto en la herrería del pueblo y ¡hala!, a seguir rodando otros 50 años más, con esos sillines hechos con el mismo molde que los tricornios de la guardia civil pero con dos muelles de tractor debajo, que solo les falta respaldo, reposabrazos y una televisión en el manillar para ser lo máximo en comodidad. Las había también de esas con ruedas de tales medidas que solamente se encuentran ya en los mejores anticuarios, con esas cubiertas amarillentas cuya goma el paso del tiempo ha convertido en cuero del bueno y que no pinchan nunca porque no hay abrojo en el mundo que sea capaz de traspasarlas, y con mas capas de pintura en el cuadro que la Sarita Montiel en domingo. Hasta creí ver por allí alguna de esas bicis con suspensión, frenos de disco y esas cosas modernas que se llevan ahora…
     Y que me dicen de la indumentaria…Salíamos de tal guisa que si en vez de hacer una ruta en bici hubiésemos ido a hacer rafting o descenso de cañones solo nos hubiese faltado el río o el cañón. Impermeables de vendimiar, cascos acuáticos, jerseys de punto, zapatillas de andar por casa, en fin, lo más moderno en tecnología ciclista, ya se harán ustedes cargo.
     El caso es que en la rutas fetén, con llenazo de gente en la más larga, con mucho valiente, algún abandono y dos pinchazos, pero se subió y se bajó lo que hubo que subir y bajar, cada uno con su estilo. La mediana menos masiva, pero sin incidentes, con un tramo de senda y todo, para hacer bien los deberes y aprender que con una bici de montaña todo es posible, y la ruta más suave con muchas risas y anécdotas, con primer puesto en la llegada (se ve que iba la gente fuerte) y con ausencia de pinchazos, probablemente por lo que les contaba de las ruedas y los abrojos, así que el coche escoba muerto de aburrimiento y con el portabicis criando polvo.
     Y qué decir de la comida… Si cuando hay que mover el esqueleto la cosa sale bien, cuando hay que mover la mandíbula no puede mas que mejorar, y con mister Perdi a los fogones el éxito está asegurado, así que cervecita fresca para combatir el calor, muchas manos para poner la mesa y paella para todos. Para los niños refrescos y balón, que entretiene lo suyo y mantiene a raya a las fieras. Y como de una sale otra, gracias al buen hacer del vino de Ledaña y de nuestros grandes amigos Fede y Asun, entre café y tarta se fraguó una de las se podrían convertir en clásicas del Club, una ruta conjunta de senderismo y bici, este año en La Pesquera y para todos los públicos, a la cual casi que solo falta poner fecha. Pero cada cosa a su tiempo…
     En fin, que nosotros encantados y con ganas de más, que con vosotros da gusto, no dejéis de ver las fotos, que hay bastantes, y si hay alguien que no sale que haga por perdonarnos, que ha sido involuntario. Por último, y a riesgo de pasarme de cansino, dar las GRACIAS con mayúsculas a los demás miembros de la organización por este tinglado y tantos otros pasados y futuros. Si la gente pusiese para todo la ilusión con que nosotros hacemos esto, el mundo funcionaría un poquito mejor…